domingo, 31 de enero de 2021

Nunca ha hecho más falta la EPA

 

Nunca ha hecho más falta la EPA (Educación de Personas Adultas), en nuestro país..., y en el resto del planeta Tierra. Enero de 2021. La pandemia tiene al mundo desquiciado. Esta situación ha llevado a mucha gente por senderos antiguos, de tiempos de guerra, caminos, conductas, actitudes que parecían olvidadas o, simplemente, eran de una minoría. Hemos visto y seguimos viendo, aquí allá, en cualquier rincón del planeta muchas muestras de incivismo, egoísmo, descontrol, inmoralidad que resultan inquietantes. La televisión nos trae, día sí y día también, imágenes y noticias que nos dejan pasmad@s. Hay millones de personas adultas en el mundo que siguen creyendo que los virus no existen, personas que repudian la verdad de la ciencia, pero también la autoridad de sus gobernantes, entre los cuales también abundan los desaprensivos y mendaces. Afortunadamente, uno de sus máximos exponentes se ha mudado a Florida. En el mundo hay millones de personas adultas que desconfían del prójimo, que solo piensan en su salvación y la protección de lo suyo, los suyos. ¿Dónde han quedado los valores, los principios morales y éticos más elementales? Hablamos de las actitudes, ¿recuerdas?

Es cierto también que también son millones los seres humanos de este planeta que podemos calificar como gente buena, o buena gente, personas de actitud positiva, que están sacando lo mejor de sí mismas por salvar la vida de otras, por proteger a otras, personas que velan por la seguridad, por la salud y el bienestar de los demás, personas que cuidan de ancianos, que apagan fuegos, que vigilan las calles, o que simplemente cumplen con su deber allí donde quiera que trabajen, actúen o vivan. Siempre hemos de creer que estas son, somos muchos más.

Pero son, somos las profesionales de la educación, los maestros y maestras, desde las escuelas infantiles a la universidad, servidores públicos, las que trabajamos en los centros educativos, públicos, privados y concertados, todos y todas, las que tenemos el papel más importante en esta ardua tarea de cambiar la sociedad, de revertir lo descrito en el primer párrafo, de acabar con la lacra de la falta de educación de muchas, muchísimas personas adultas. En primer lugar, hablamos de las personas que serán adultas en el futuro, claro, pero no hay que olvidarse de esos millones y millones que ya lo son, adultos. La tarea es dura, quizás imposible. Es una utopía. Pero no podemos cejar en el empeño de recordar a todos y cada una de nuestros alumnas y alumnos, las que tienen uno, dos o tres años, pero también a los que tienen seis, siete, doce, quince, veinte, treinta, cuarenta y tantos, sesenta y tantos, noventa, a todos y a todas, que aprender es una cosa que no se termina nunca, que empezamos a aprender en el vientre de nuestra madre y que seguimos aprendiendo el mismísimo día de nuestra muerte. Quizás sea esta la única lección que debamos dar en las escuelas y en las universidades. Parece una lección sencilla, fácil de sintetizar: nunca dejamos de aprender. Los seres humanos aprendemos, todos sin excepción, a lo largo y a lo ancho de la vida.


Pero hay mucha gente que no atiende y que tampoco quiere aprender. Hay muchas personas adultas que, lamentablemente, creen que ya lo saben todo, o casi todo. Son personas que se ponen vacunas cuando no les toca, que se quitan la mascarilla en el vagón de metro, que desprecian al que piensa distinto a ellos, que cobran miles de euros al mes mientras sus trabajadores deben trabajar por menos de lo que él o ella gasta en un traje y un par de zapatos, gente que solo sabe de la ley del mínimo esfuerzo o esa otra ley del “yo a lo mío”, gente que sale a la calle a gritar libertad en un descapotable y gente que no duda en sisar a sus clientes o engañar a sus amigos, personas que explotan a sus hijos o abofetean y patean a su mujer, médicos que se olvidan de sus pacientes o maestros que no escuchan a sus alumnos… La lista de la “mala” educación o, mejor dicho, de la falta de educación es muy larga. Y parece que en España todavía es un poco más larga que la media europea.

Hace unos días se celebró en la Red un estupendo encuentro bajo el título de “Primer Congreso Estatal EPA” (En realidad era, por lo menos, el tercero, como reconocieron los propios organizadores en la presentación.) en el que nos reunimos docentes, educadores y más profesionales, trabajadores fundamentalmente, de los CEPA, gente de toda España relacionada con la Educación de Personas Adultas. Hay que decir que el encuentro fue todo un éxito de participación. El nivel de las ponencias fue bastante alto, los moderadores e intervinientes fueron de mucha altura. Fue una estupenda oportunidad de conocer e intercambiar experiencias relacionadas con los ámbitos de actuación educativa más típicos de los CEPA o CFA o como quiera que se puedan llamar las instituciones que se dedican a la Educación de personas Adultas a lo largo y ancho del territorio español. Hubo también participación de algunas expertas provenientes de otros países. La verdad que fue un Congreso para congratularse donde también surgió el debate de la falsa confusión entre los términos educación y aprendizaje. Sin embargo, nos atrevemos a afirmar que la última charla/conferencia, por llamarlo de algún modo, fue un lamentable ejercicio de autobombo, autocomplaciente y poco realista, que será de poco ayuda para la ardua tarea de transformar el panorama de la EPA en España.



Pensar que los profesionales, que las y los docentes, formadores, asesores, coaches, orientadores, pedagogos, etc. somos, seremos los protagonistas de semejante cambio en la deriva del mundo es un discurso absolutamente engañoso. Nuestra sociedad demanda una educación que trascienda de las aulas, que salte los muros de las escuelas y las universidades, que se adentre en los barrios, en las empresas, en las fábricas, en los estadios, en los hospitales, en los autobuses, los restaurantes, los teatros, en todas partes, allí donde las personas adultas nacen, viven, se reproducen y mueren. Aprendemos a lo largo de nuestra vida, en el sentido temporal de largo, pero también aprendemos a lo ancho, en el sentido espacial; es decir, aprendemos en todo momento y en todo lugar. Decir que en nuestro país es urgente dar un golpe en la mesa para poner en marcha leyes y programas que faciliten y revitalicen la formación permanente, el reciclaje basado en las competencia, así como el reconocimiento de la experiencia laboral de las personas adultas ( y también de la experiencia más personal o vital fuera del trabajo) para ayudarlas a mejorar su situación socioeconómica, es afirmar algo políticamente correcto pero nada más. Sacar a millones de personas del hoyo en que nos encontramos no es solo responsabilidad de los políticos. Los que trabajamos en los CEPA no podemos mirarnos solo al ombligo, tenemos que luchar por otro modelo y otra forma de entender la EPA.

Luis Cuesta Gordillo es profesor de EPA desde 1995,




viernes, 8 de enero de 2021

La EPA y la LOMLOE



Tras no pocas dificultades se ha aprobado la LOMLOE. En realidad podemos decir que no se trata de una nueva Ley de Educación sino de una serie de modificaciones (eliminaciones y añadidos) a la LOE.

El Capítulo IX está dedicado a la “Educación de Personas Adultas” (EPA). Veamos qué cambios se producen con respecto a la LOE.

El apartado H) del artículo 66 queda así: “Adquirir, ampliar y renovar los conocimientos, habilidades y destrezas necesarias para la creación de empresas y para el desempeño de actividades e iniciativas empresariales”. Se suprime la frase “de la economía de los cuidados, de la colaboración social y de compromiso ciudadano”. Es decir, se “amplía” el conocimiento empresarial.

También se añade un nuevo apartado: “i) Desarrollar actitudes y adquirir conocimientos vinculados al desarrollo sostenible y a los efectos del cambio climático y las crisis ambientales, de salud o económicas y promover la salud y los hábitos saludables de alimentación, reduciendo el sedentarismo."

En el artículo 67, se añade la posibilidad de que se incorporen a la EPA personas menores de 18 años con circunstancias que les impidan acudir a centros educativos ordinarios y a los que no estuvieran escolarizados en el sistema educativo español.

Se incorpora un nuevo apartado: “Las Administraciones educativas, en colaboración con las administraciones competentes en materia de empleo, impulsarán medidas de orientación profesional que fomenten el aprendizaje a lo largo de la vida y la mejora de la cualificación de las personas adultas, garantizando las ofertas de formación necesarias."

En el artículo 68, en relación con las pruebas libres para la obtención del Título de Graduado en ESO, se añade “siempre que hayan alcanzado las competencias básicas y los objetivos de la etapa”. Y se elimina la obligatoriedad de que las Administraciones públicas aseguren “la igualdad de oportunidades y la no discriminación”. El nuevo apartado 3 de ese mismo artículo reduce a 17 la edad para la cual se pueden establecer programas formativos para la obtención del Título Profesional Básico.

Se crea un nuevo artículo, el 70 bis, dedicado a las Tecnologías digitales: “los poderes públicos impulsarán el desarrollo de formas de enseñanza que resulten de la aplicación preferente de las tecnologías digitales a la educación y se potenciará el desarrollo de iniciativas formativas y la elaboración de materiales didácticos en soporte electrónico. Se facilitarán la extensión de las enseñanzas a distancia y su acceso a través de las tecnologías digitales.”


En resumen y tal como se puede ver, la LOMLOE no supone un cambio significativo con respecto a la LOE en lo concerniente a la Educación de Personas Adultas.

Así pues y después de revisar esas modificaciones, seguimos opinando que la Ley considera la EPA como un añadido al sistema de enseñanzas regladas y no como un elemento aglutinador del Aprendizaje a lo Largo de la Vida, el cual debe responder de manera eficaz a las necesidades de formación y cualificación permanente de todas las personas en los ámbitos formales, no formales e informales. Es cierto que las competencias en Educación están transferidas a la CCAA pero la Ley debe suponer un marco mínimo de actuación que impulse la intervención de las administraciones autonómicas. Los Estados miembros, que son responsables de sus respectivos sistemas de educación y formación, deben guiar este debate. *


Y es en la ideología de la Ley donde echamos de menos, al menos, lo siguiente:
  • Creación de un Órgano Gestor al máximo nivel que gestione la colaboración interinstitucional para el aprendizaje permanente.
  • Realización de estudios de diagnóstico y prospección para la adecuación permanente de la oferta a las demandas sociales mediante la actualización permanente de los contenidos formativos.
  • Diseño de currículos específicos de Secundaria y Bachillerato para la población adulta dentro de un sistema formativo flexible, adaptado y conciliador con la vida laboral, personal y profesional de las personas adultas. Eliminar el sistema modular en los dos últimos cursos conducentes a la titulación de Graduado en Secundaria.
  • Garantizar la oferta de Español como Lengua Extranjera, en calidad de enseñanza prioritaria, con un currículo específico que debe fundamentarse en el Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas.
  • Establecimiento de un sistema de reconocimiento y convalidación de los aprendizajes adquiridos mediante la experiencia y/o de las cualificaciones adquiridas en contextos formativos no académicos y capacitar a los Centros Públicos de Educación de Personas Adultas como centros de referencia para validar, acreditar y certificar los aprendizajes previos.
  • Implantación de Programas Presenciales de Cualificación laboral y profesional a distinto nivel: Formación Profesional Básica adaptada a la población adulta, desarrollo de módulos específicos de determinados ciclos formativos, cursos de formación para el empleo en coordinación con los Servicios de Empleo, organización y desarrollo de ciclos formativos de grado medio o de grado superior en aquellos centros que reúnan los requisitos necesarios.
  • Mejora de las conexiones entre los distintos niveles de enseñanzas, así como entre la formación y el trabajo, para permitir la configuración de trayectorias de formación adaptadas a las necesidades e intereses personales.
  • Incorporación de servicios de información y orientación sobre las posibilidades del ALV como un elemento esencial en la configuración y realización de itinerarios y proyectos personales.
  • Potenciación, ordenamiento y actualización de las enseñanzas presenciales, semipresenciales y a distancia haciendo de ellas estrategias complementarias atractivas para las personas, especialmente aquellas que deben compaginar el aprendizaje con la vida laboral o familiar, de medio rural y de zonas con baja población.
  • Coordinación de las actuaciones formativas y de orientación de las distintas administraciones públicas y de todos los agentes implicados en ALV, asegurando itinerarios coherentes de aprendizaje y la accesibilidad a los mismos.
  • Implantación de una oferta formativa en línea, en la modalidad a distancia, en los diferentes programas educativos, incorporando plataformas virtuales con Programas de desarrollo telemático, tanto de carácter reglado como no reglado, que incluyan la posibilidad de cursar Secundaria, Bachillerato, ciertos ciclos de Formación Profesional, así como el abanico de programas dirigidos al mundo laboral como lo es el Programa Mentor, u otras iniciativas en esta dirección.

No estamos proponiendo nada nuevo.

Invitamos a leer todos los acuerdos sobre el tema suscritos por el Estado español.

Pensamos que se ha vuelto a perder de nuevo una gran oportunidad para dar el impulso necesario a una visión amplia e integradora de la Educación, y en particular de la EPA.


*Memorándum sobre el Aprendizaje Permanente. Comisión de las Comunidades Europeas 2000.


 


El autor del presente artículo, José Manuel 
Llera, ha sido durante muchos años director del 
CEPA Arganzuela en la Comunidad de Madrid.