miércoles, 28 de julio de 2021

 


ALFABETIZACIONES SOCIOPOLÍTICAS,

CIUDADANÍA Y EMANCIPACIONES

“La educación se rehace constantemente en la praxis. 
Para ser, tiene que estar siendo” 
Pedagogía del oprimido. Paulo Freire



Hacer de mi trabajo una acción educadora y además transformadora del espacio que ocupo junto a hombres y mujeres educandas que pertenecen a los sectores más desfavorecidos de la sociedad, es un reto y un desafío cotidiano.

Estoy al final de curso: necesito tiempo, mucho tiempo para pensar.

Es complicado sintetizar y analizar todo lo vivido.

Pensar sobre el presente: Resistir sin perder la esperanza, posiblemente sea la cuestión más complicada.

Resistir, ¿por qué?

Porque trabajo cada día con personas que tienen gravísimos problemas:

Personas africanas y árabes, en situación administrativa irregular, algunos sin trabajo, escondidos y con miedos, otros, explotados laboralmente. Algunos trabajan en el campo, en jornadas interminables y con sueldos de vergüenza, además padecen el racismo, el rechazo y la violencia en ese barrio donde viven. Hombres y mujeres agradecidos de todo corazón con quien les ayuda, que te dan todo lo que tienen y que vienen a la escuela con unas ganas enormes de aprender, de avanzar, de mejorar, de hacerse un lugar.

Otras alumnas de etnia gitana: mujeres acostumbradas a la vida dura y desgraciada, mujeres sometidas, víctimas del maltrato, la humillación y la desvalorización, con miedo, mucho miedo, son víctimas. Mujeres maltratadas por sus compañeros, por sus hijos/as, mujeres acostumbradas a ser tratadas con menosprecio, siempre, a lo largo de toda su experiencia vital, sin salida, sin formación, sin independencia económica y con una presión social tremenda.

Patriarcado en todo su esplendor y fuerza.

También hay otros alumnos penados y penadas que los envía el juzgado, y que sino vienen a clase van a la prisión, hacen Servicios a la Comunidad: han cometido delitos menores, los delitos del pobre: conducir sin carnet, arreglar coches en la vía pública, conducir bebidos y no tener dinero para pagar la fianza, etc., no son delincuentes, solo son pobres, ignorantes, es el sistema judicial que padecen los pobres.

Todos y todas viven en el barrio de La Coma, un barrio de viviendas sociales donde la norma es la violencia, el racismo, el machismo, la xenofobia, la suciedad, la inseguridad, la droga, los problemas de salud mental, el absentismo escolar, el analfabetismo, los matrimonios tempranos, los confidentes de la policía, de los políticos, etc...Un barrio que está aislado de otros espacios urbanos, es un gueto de los años 80.

Y mucho gasto en ONGs: el mercadeo de la pobreza: dependencia y clientelismo, y la ausencia de los Servicios Sociales Municipales.

Nunca ninguna denuncia ni evaluación por parte de nadie, año tras año.

Alfabetizaciones sociopolíticas, ciudadanía y emancipaciones

Y lo intentamos, generando relaciones, complicidades, coordinaciones e implicaciones de las diferentes entidades públicas y privadas que están en el barrio, intentamos sumar y generar confianza, aunque tenemos planteamientos contrarios por no decir antagónicos, pero buscamos lo que nos une, participando en las coordinaciones y en las redes que se generan, y la denuncia que hacemos es constante, aunque siempre encontramos algún límite. Inicialmente estaba sola, ahora ya con muchas más complicidades, y avanzamos però muy, muy lentamente. Hay en ese barrio muchos intereses económicos, y de otro tipo, que impiden los cambios significativos.

Y trabajamos con el alumnado: ellos y ellas son conscientes de la situación que viven, en  un barrio donde se vulneran los derechos humanos, familias pobres en viviendas sociales en un barrio muy conflictivo. No puede ser que ser pobre y vivir en una vivienda social tenga que tener ese coste.

Y la mayoría del alumnado no reacciona, no se indigna: piensan que es lo que hay, y que nada va a cambiar haga lo que haga, no tienen esperanza ni en el presente ni en el futuro.

La única esperanza que tienen es dios. Solo les queda dios: dios actuará.

Y además tienen miedo de hablar, de ser señaladas.

Aún así, algunas de ellas, algunas, pocas, si quieren denunciar y denuncian lo que pasa en ese barrio. Y estas sí hablan y son conscientes que viven en un barrio peligroso para ellas y para sus familias y quieren irse, no  quieren vivir allí y quieren hablar y denunciar lo que viven cada día, y lo hacen. Aunque saben que no importan a nadie, y saben que los más peligrosos son los que están protegidos, ellos y ellas, no.

Aún así, algunas han hablado y hablan con muchísimas dificultades

y con mucho miedo. Esas pocas son las realmente valientes,

puesto que las demás no estarían dispuestas a hacerlo.

Y les acompaño y aprendo, y soy mediadora, entre su voz y los que sí pueden decidir: en todo tipo de espacios, personas, reuniones, políticos, etc... y ellas hablan directamente, y en otras ocasiones yo lo traslado y denuncian y no callan, para que nadie les diga que no se sabía lo que pasaba allí: a veces son ellas con su misma voz, otras veces por medio de wassaps y vídeos de ellas, mostrando lo que viven cada día, y es la voz de ellas, han de ser ellas, es su realidad, es su lucha por una vida digna.

Pero hay que ir con cuidado, es peligroso: esa es la libertad del pobre.

 
 (Dolors, durante el Seminario de Verano del Instituto Paulo Freire celebrado 
el 1 y 2 de julio pasado, es la primera por la izquierda)                      
                                                    
València, 19 de junio de 2021
Dolors Monferrer Ferrando